Está más que asumido que el trabajador cuando se jubile perderá poder adquisitivo. A bote pronto, un trabajador que tenga un salario anual de 50.000 euros, recibirá un tercio menos cuando se jubile. Si gana 100.000 euros, tendrá que afrontar la tercera edad con una merma de sus ingresos del 66%. Por eso, no es de extrañar que el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, recomendara hacerse con un plan de pensiones privado para compensar esa pérdida.
Los planes de pensiones privados son una alternativa de ahorro para hacer frente a la pérdida de poder adquisitivo que llega con la jubilación. Pero ¿por qué se produce está pérdida? Fundamentalmente por dos razones.
La primera es porque hay trabajadores que cobran salarios mensuales superiores a la base de cotización máxima de la Seguridad Social (3.198 euros). La segunda, porque para cobrar el 100% de la base reguladora, el trabajador jubilado se deberá retirar al menos con 65 años y tener 35 años cotizados. Además, para calcular la pensión de jubilación hasta ahora se utiliza los últimos 15 años, aunque el Gobierno no descarta ampliar hasta los 20 años e incluso elevar la edad de jubilación hasta los 67 años.
Sin contar, que está en entredicho la viabilidad del actual sistema público de pensiones por el envejecimiento de la población. Por todos estos motivos, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, abrió el debate al reconocer que tenía un plan de pensiones privado, el que completaría su pensión de jubilación.
Así, un plan de pensiones es una modalidad de ahorro que tiene como finalidad complementar y no sustituir la pensión de jubilación. Pasado un tiempo, permite recuperar el valor de lo invertido más los intereses generados. Generalmente esos ingresos se invierten en un fondo con una serie de ventajas fiscales específicas.
Una entidad gestora se encarga de administrar el dinero. Es decir, de controlar las cantidades invertidas y de informar a los participantes de cómo evoluciona el valor del fondo. En cuanto al valor se calcula diariamente y para ello de divide el dividendo del patrimonio total del fondo entre el número de participantes.
Pero ¿cuándo es el mejor momento para hacérselo? Para Santiago García Alonso responsable de productos de inversión de Citibank, “cuanto antes mejor”. García Alonso recuerda que este tipo de productos tiene un efecto de capitalización, sin embargo, cuanto más joven es la persona menos capacidad de ahorro tiene porque está inmerso en otros esfuerzos financieros como la compra de una vivienda. “Normalmente se empieza a pensar en este tipo de productos a partir de 40 a 45 años”.
No hay una edad recomendable ya que va a depender de la capacidad de ahorro para empezar a pensar en el futuro o a una inversión a más largo plazo.
“Comparar, comparar y comparar” deberían ser las máximas de cualquier cliente que busque este tipo de productos. Si se realiza en los depósitos con más razón se debería hacer en los planes de pensiones.
Mi recomendación es diversificar su cartera lo más ampliamente posible en diversos planes, invirtiendo en renta fija y variable.
En cuanto a las aportaciones, desde la reforma fiscal del 1 de enero de 2007 se establecen unos importes máximos anuales en las aportaciones, siendo de 10.000 euros para los menores de 50 años y de 12.500 euros para los partícipes de más de 50 años. Se debería aportar el máximo permitido anual, sin olvidar que tiene una fiscalidad favorable sobre el IRPF.
Además, recuerda que la fiscalidad juega de parte de estos productos, ya que por cada 1.000 euros que se invierten, Hacienda devuelve, a través del IRPF, 430 euros.
Desventajas
Los planes de pensiones no se pueden rescatar salvo en casos muy puntuales: como jubilación, fallecimiento del partícipe y los supuestos especiales de liquidez, es decir, invalidez absoluta y permanente del partícipe, paro prolongado (más de dos años) y enfermedad grave.
Sin embargo, estas características de falta de liquidez puede generar algún inconveniente, pero tiene “más ventajas que desventajas” . El hecho de que sea un plazo en el tiempo determinado y además relativamente largo hace que limiten las tentaciones de salir. Por otro lado, genera una disciplina de ahorro. Tampoco hay que huir de la renta variable, apostando por los mercados emergentes, que pueden ofrecer rentabilidades de hasta el 60%.
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